La pregunta no solamente está dirigida a los no venezolanos. Muchos venezolanos conocen poco de su música, y muchas veces circunscriben su conocer a la música llanera.
Y es que el gran problema que adolece estos géneros es la poca difusión, a través de los medios tradicionales, y quienes conocen y disfrutan de estos sonidos lo hacen porque o son músicos, o viven con cultores populares o suelen asistir con regularidad a los festejos tradicionales del calendario de fiestas folclóricas.
Hace pocos años realizamos un viaje por el oriente venezolano, sin duda lugar de gran riqueza rítmica, melódica y armónica, y pudimos constatar que en ninguna de las emisoras regionales se transmitía la música de esos lugares, en ninguno de los horarios. Con sorpresa, preguntamos a una de las amables vendedoras de empanadas que hay en Cumaná, y la doña sencillamente dijo que no, que la música tradicional se escuchaba en pocas ocasiones y que si queríamos hacerlo, había que ir a la universidad o a alguna de las agrupaciones.
Y lo peor, fue cuando nos dijo, tranquilamente, que incluso las madres ni siquiera acunan a sus hijos con esa música, sino que utilizan las canciones que difunden por radio usualmente, es decir, reguetón, vallenatos, bachatas. Lo terrible de esto es que el alimento musical que reciben los chicuelos es incompleto: no es malo oir otras músicas, lo detestable es que ni siquiera oigan la propia.
Que si por decreto, que si por obligación, que si por imposición en las escuelas... es posible que esos métodos funcionen. Lo primordial es que el músico, el cultor venezolano, se sienta a gusto con su música, con sus tradiciones, e igualmente, el oyente, el melómano disfrute lo propio. Lo demás vendrá por añadidura.