El Nobel a Dylan. Lo que piensan Blades, Sabina y Joselo
Bob Dylan hasta ahora no ha respondido las llamadas de la Academia Sueca, que la semana pasada le otorgó el Premio Nobel de Literatura 2016. Desde entonces muchas han sida las opiniones a favor o en contra del otorgamiento del más importante galardón de las letras al cantautor estadounidense.
Obviamente sus colegas, aquellos músicos influenciados y admiradores de la obra del autor de “Like a Rolling Stone” han sido los más fervientes defensores de la decisión que sorprendió a aquellos que esperaban el reconocimiento a figuras como el estadounidense Philip Roth o el sirio Adonis.
Entre los que celebran el premio a Dylan están Rubén Blades, Joaquín Sabina y Joselo de Café Tacvba. Veamos lo que piensan.
¿Puede la letra de la música popular ser considerada como literatura?
Rubén Blades
13 de octubre de 2016 - Facebook
El premio de literatura otorgado a Bob Dylan ha provocado todo tipo de reacciones. Entre ellas, las quejas de un sector que considera que la letra de la música popular solo debe servir para entretener; que debe ser un vehículo exclusivo para el escape; que es vulgar y por lo tanto no puede ser considerada como de serio nivel intelectual.
Me parece que esa perspectiva es sumamente elitista y por lo tanto, sesgada. Precisamente, hace décadas conversábamos sobre ese tema Gabriel García Márquez, colombiano, Premio Nobel de Literatura 1982, y este servidor, Rubén Blades, panameño y músico.
Él estaba completamente de acuerdo conque la música popular era capaz de producir letras y argumentos de alto contenido y nivel literario. Por eso fue que una vez escribió que lamentaba el no haber sido el escritor de "Pedro Navaja". Acompañando a la posible exageración esta la indiscutible realidad de su respeto y consideración al argumento y a la forma en que presente la narración del episodio.
De aquella conversación propuse varias cosas, para resolver el tema de una vez por todas: 1. Yo escribiría un cuento corto, original y lo editaría para que no excediera los 7 minutos; 2. Lo incluiría en uno de mis discos de "Salsa" pero sin anunciar que era, en efecto, un cuento corto; 3. Cantaría ese cuento corto de manera espontánea e instantánea,, sin arreglo musical previo y sin instrumentos. 4. Solo haría un solo intento en la grabación, para que fuese honesta y el resultado inmediato producto de mi sentimiento puro, (sin ensayo, ni repetición para cubrir errores). Gabo, sonriendo y con esa chispa de niño travieso en los ojos, solo me dijo: "Dale". Y así lo hice. Escribí un cuento de unas catorce páginas originalmente. Para el experimento, las reduje a la descripción de una parte de la trama, ocupando dos hojas solamente y surgió un cuento corto, cortísimo, que titule “GDBD”, (Gente despertando bajo dictaduras).
Ahora, por favor, para efecto de la discusión, les ruego leer detenidamente el cuento. Luego de la lectura, por favor, escuchen la versión "salsa" que hice de “GDBD”, incluida en el álbum Buscando América, con Seis del Solar, sello Elektra. Después de haber leído el cuento y escuchado su grabación, por favor, consulten con sus profesores de Literatura, Español, Academias de la Lengua y semejantes, y/o envíen emails al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa preguntando si GDBD califica o no como un cuento corto. Si la respuesta es afirmativa, entonces la música popular aporta, y puede contribuir al genero de la literatura universal. Evitemos la discusión desde perspectivas elitistas. Dylan merece el premio, por la calidad de su trabajo y por el haber continuamente sostenido esa calidad a través de experimentos y renovaciones. Solo lamento el que la perspectiva de la Academia Sueca no haya sido mas amplia. Autores como Chico Buarque, del Brasil, merece igualmente esa consideración. No solo es un excelente compositor, ("Construcción") sino que además es dramaturgo y ha publicado novelas muy bien recibidas. El argumento a favor del aporte del músico popular hubiese sido mas completo de haber sido el premio compartido con Chico y se hubiese reconocido así la contribución literaria musical proveniente de una parte importante de la América no sajona.
Rubén Blades13 de Octubre, 2016
Poeta torrencial, maestro del caos
Me atrevería a decir que el galardón llega tardeJoaquin Sabina14 de octubre de 2016 - El PaísEl premio Nobel a Bob Dylan es una noticia feliz. Primero, porque le da a uno la razón: llevo diciendo por lo menos 20 años que Dylan es el mejor poeta de América y de la lengua inglesa actual y también el que más ha influido en varias generaciones. Así que en cierto modo me atrevería a decir que el galardón llega tarde. La dicha es, por suerte, buena: el gesto de la Academia Sueca hace que todos los que nos dedicamos a dignificar las palabras en el pop nos sintamos premiados con él.En segundo lugar, porque creo que manda un mensaje evidente a aquellos que se han dedicado a reducir durante décadas el oficio de la canción popular a las cosas tontas de ‘chico conoce a chica’ o las historias banales del sábado noche. Desde ayer, nuestro mundo ha quedado elevado a la categoría de alta cultura, y eso está bien.Y por último, porque cierra en cierto modo un círculo íntimo para mí. La primera vez que escuché a Dylan fue a los 18 años, cuando una novia inglesa me lo puso en mi casa de Granada. No entendí una palabra de lo que decía, pero tuve claro que me estaba hablando a mí. Su manera personal de jugar con la fonética, de escupir las palabras, de frasearlas, consiguió que aquel poeta que yo entonces quería ser decidiese convertirse en músico. Sobra decir que Dylan me cambió la vida.Después llegó el estudio de su música. He leído sus letras a conciencia (aunque no diría que me han influido en la escritura; él es un poeta torrencial, un maestro del caos, yo soy más académico) y debo de tener unos 100 libros sobre él. Escucho todos sus discos, incluso los que no me gustan. También le he visto muchas veces en directo desde aquel lejano concierto en el campo del Rayo Vallecano con Santana. Ha habido veladas maravillosas y otras en las que me ha irritado.Y si me preguntan si un músico en español podría ganar el Cervantes, la respuesta es: sí. Y tengo un candidato: Joan Manuel Serrat, que es el maestro de todos nosotros.Joaquín Sabina es cantante
Nobel
Joselo
14 de octubre de 2016 - Excélsior
Qué extraña y maravillosa la vida de Bob Dylan. Apenas el pasado fin de semana lo veía en el Desert Trip, el primer acto de tres días de festival y pensaba lo que la mayoría del público asistente: “Este tipo es una leyenda”. Todos los que tocaron en ese festival: Stones, Neil Young, Paul McCartney, The Who y Roger Waters le deben un poquito (o un mucho) al trabajo de este cantautor.Por eso fue raro que su actuación fuera tan desangelada. Aunque yo ya sabía lo que iba a pasar (pues lo he visto dos veces antes): Bob Dylan presenta un show que algunos dudan de llamarle así: show. Toca canciones que nadie conoce, hace versiones de hits que resultan irreconocibles, no habla con su público y parece que éste no existe para él. Podría pensarse incluso que se la está pasando mal, pero si así fuera, es obvio que se levantaría del piano y se iría de ahí en el acto.Mucha de la gente que estaba a mi alrededor empezó a escabullirse hacia los bares y lugares de comida. Supongo que esperaban que cantara "Blowin in the wind", "Mr Tamborine man" o "Just Like a Woman". Eso no pasó. Y, si las hubiera cantado, lo hubiera hecho de una manera en que nadie las reconocería.Al finalizar el Desert Trip me preguntaban mis amigos cuál había sido el artista que más me había gustado. Les contestaba sin dudar: Neil Young. Fue sorprendentemente grato que este artista, que llevaba una producción “distinta” a todos los demás —nada de imágenes en la pantalla, luces espectaculares o fuegos artificiales—, se llevara el galardón del mejor show. Puso unos tipis gigantes a los lados del escenario y la pantalla gigante que todos usaron, ésa que trae Roger Waters, estaba cubierta en dos terceras partes por una manta de yute, semejando un enorme costal de granos, pero lo importante estaba en la música y en la actitud. Neil Young tocó y cantó todos sus éxitos, empezando por lo más folk, luego lo country, para terminar con las canciones que lo hicieron el abuelo del grunge, ¡qué distorsión de su Gibson! ¡Qué sonido!Neil Young, a diferencia de Dylan, conversó con el público. Cantó las canciones como todos las conocíamos. Conectó de una manera impresionante, aun más que cualquiera de los otros artistas que son unos genios para eso: Paul y Mick.No soy el único que piensa que Young fue lo mejor de ese primer fin de semana del festival apodado Oldchella (Chochella, dice mi hermano Quique). La mayoría de gente con la que he hablado coincide en que el artista canadiense sorprendió a todos.Pero es innegable que si Dylan no hubiera existido en el panorama musical, es muy posible que tampoco Neil Young. En el gran árbol genealógico del rock, Dylan tiene una de las ramas más grandes, casi casi que parece el tronco.Así que, hoy que empieza el segundo fin de semana del Desert Trip, el público no va a ver solamente a uno de los cantautores más importantes de la historia del rock y de la música. Van a ver al Premio Nobel de Literatura 2016. Quizá por eso a nadie le va a importar lo que toque o cómo se comporte. Ahora menos que nunca.Si ya la fama de Bob Dylan era enorme, este premio lo eleva a la estratosfera. ¿Que si se lo merece? Supongo que sí, pero no me hagan caso, yo no soy de fiar. Soy un músico que hace canciones, y que le den este reconocimiento a Robert Zimmerman es como si me lo dieran a mí. Nos lo dan a todos los que, como yo, nos gusta escribir canciones, que nos preocupamos por encontrar un tema, una forma natural de rimar, de comunicar algo con ese medio tan antiguo como es la canción. Que nos gusta hacer de música y letra dos amantes inseparables, que se buscan y complementan para existir por siempre.Y lo más importante, me da chance con soñar en que algún día yo pueda ganarme el Nobel también, ¿por qué no?