A Plácido Domingo no le gusta que la música popular opaque a la ópera

Son los signos de los tiempos, y desde hace algún rato: la música popular, el pop, arropa y abraza y envuelve el gusto musical de las personas.

Recientemente, el tenor español Plácido Domingo dijo en México que "el género del pop es una avalancha tremenda que opaca a la música clásica y evita que el público se acerque a ella".

El punto que Domingo interpreta es, por una parte, cómo la industria que está detrás de la música popular impulsa y avala los talentos, frente a los músicos que se dedican a los géneros clásicos o académicos, cuya finalidad no reporta, precisamente, ganacias comerciales. 

Lamentablemente, el acceso a la música clásica y a la ópera requiere de educación, de lecturas, e incluso de visiones transversales extra musicales sobre el mismo fenómeno musical. Y esto no es fácil: degustar una sinfonía, una ópera, un concierto con orquesta sinfónica o degustar música de cámara, música de solistas virtuosos requiere de una preparación que muchas veces el público no está dispuesto a asumir.

¿Qué es mejor? Hacerse tiene muy poco sentido, porque, sin duda, degustar la música clásica o académica es cuestión de gusto y disposicion. Es cuestión de una búsqueda personal. Como quien lee poesía, y pretender preguntarse qué es mejor, si leer la poesía o leer cómics. Cada objeto de arte tiene su propósito y sus públicos.

No podemos olvidar que el mismo Plácido Domingo, así como otros cantantes de ópera, han concedido dejar de lado su lírico repertorio y abordar géneros populares, como el bolero, el tango o las baladas. Sin desmejorar ni la técnica del bel canto, como tampoco echar por tierra el valor que puede tener el pop.