Jack Garratt y la nueva fórmula de la música pop
Desconozco si el rock está muerto, aunque espero que no. Ansío que esté a un costado del camino descansando y retomando energías para renovarse y reclamar por la relevancia cultural que en algún momento tuvo.
Sea como sea, la vida continúa. Se sigue haciendo música en el mundo y como en cualquier otro aspecto de nuestro entorno las cosas van evolucionando. No sólo la manera en que se mercadea y vende la música ha cambiado exponencialmente durante los últimos años, con el streaming abriéndose espacio y reduciendo a casi nulas las ventas físicas, también la manera en que se hacen y ejecutan estas canciones ha ido mutando poco a poco, olvidando ese concepto de banda de rock y mostrando propuestas musicales de muy distinta “fecundación”.
Mientras en Venezuela el fenómeno del cantautor sigue creciendo con fuerza por razones meramente socioeconómicas; internacionalmente y por causantes distintas está haciéndose sentir una nueva oleada de artistas y proyectos que presentan su música de manera concisa, intimista y muy electrónica.
Bandas o intérpretes que por pragmatismo o rapidez usan las nuevas tecnologías para adornar su sonido, que ejecutan completamente “en vivo” pero mediante sus laptops, sintetizadores, teclados y demás jugueticos. Chet Faker, Chvrches, James Blake y Miike Snow son ejemplos de artistas que saben muy bien como crear canciones pop desde la concepción electrónica, dominando también la transición del disco a la tarima e influenciando a una generación entera de músicos aún más jóvenes esperando por salir.
Un buen ejemplo de esto es el caso del británico Jack Garratt. Con apenas 24 años y un recién salido disco bajo el brazo, ha sabido llamar la atención de la movida alternativa del mundo gracias a su música y su propuesta, sumamente complicada de definir.
Jack es difícil encasillar únicamente como un artista electrónico o un cantautor. Tampoco es simplemente un guitarrista, un tecladista o melodista pop. Sin embargo, todas esas identidades conviven sin prejuicios dentro de su música, haciendo de él un compositor de excelentes canciones pop, bañadas en aguas digitales y puestas a secar en un tendedero análogico.
Nativo de Little Chalfont, Buckinghamshire, comenzó a hacer música desde pequeño y aprendió a tocar múltiples instrumentos, conocimientos que hoy en día alimentan su enérgica puesta en escena, que mezcla la guitarra eléctrica, los teclados, distintos sintetizadores y hasta baterías, que ejecuta enteramente él.
Muy joven participó en la edición Junior de ‘Eurovision’ y por un tiempo intentó convertirse en profesor colegial de música, pero cerca del 2012 abandonó la idea para centrarse en hacer un disco de blues acústico, que tampoco llegó a materializarse debido a que se sentía inconforme creativamente.
Tras algo de tiempo y ya entendiendo mejor su identidad como músico y compositor, comenzó a trabajar en canciones nuevas, alimentadas por la tecnología pero sin olvidar sus influencias. Construyendo un sonido parecido a lo que pasaría si a Jack White le quitaras su banda, lo metieras en una licuadora con Frank Ocean y le echaras un topping de Disclosure para sazonar el mezclote. Algo así.
En 2014 comenzaba a agarrar fuerza. Editó algunos sencillos y EP’s mientras giraba por el mundo, presentándose en festivales importantes y abriendo los shows de artistas como Munford & Sons y Ben Howard. Ya finalizando el 2015 varios medios especializados como la BBC Radio y MTV lo colocaron en sus listas de artistas a tomar en cuenta para el año siguiente y hasta ganó el premio de la crítica en los Brit Awards 2016. Todo esto sin haber editado su primer, y obviamente muy esperado, larga duración.
La espera terminó en febrero de este año con la salida de ‘Phase’: 12 canciones escritas, ejecutadas y producidas casi enteramente por el mismo Garratt y que se se pasean armoniosamente y sin problemas entre el indie pop, el R&B, la electrónica, el trip hop y hasta el EDM. Un disco líricamente catártico, abarrotado de altibajos emotivos, suspenso y mucha emoción.
Sus shows en vivo, almacenados con muy buenos comentarios en tu YouTube favorito, muestran la manera en que construye un concepto musical desde cero y logra compensar esa falta de músicos con interpretaciones sentidas y explosivas, demostrando no sólo esa evolución de la música pop sino también ejemplificando cómo en estos tiempos no son necesarios cuatro músicos con chaquetas de cuero para llenar estadios. El requisito sería más bien el generar una identidad única, hecha de la manera que quieras hacerla, pero que conecte con su entorno y haga de sus canciones algo universal, como lo es el pop.
Así que mientras los rockeros empedernidos esperamos que este despierte, yo también me alegro porque propuestas como la de Jack Garratt existan, dejando claro que los tiempos y los métodos cambian, pero que la buena música, cuando es genuina, no tanto.