Antes de Bomba Estereo o ChocQuibTown, ya existía Sidestepper; el colectivo de electro cumbia liderado por el Dj y productor británico Richard Blair en 1996, quien a medida que fue reclutando músicos colombianos, le dio forma a un proyecto sonoro tan compacto como vanguardista. Pasó más de una década desde que supimos de ellos.
Blair rearmó Sidestepper desde su hogar en La Candelaria de Bogotá, se lo tomó con calma y abandonó todos los beats, loops y señales de electrónica para entregarse a lo orgánico. Así presenta a Supernatural Love (Real World, 2016), un compendio de doce tracks donde además se atreve a cantar. "Sentí que era el momento perfecto para volver a lo básico", se refiere el productor, fundador de Sidestepper hace dos décadas. "La cultura de club global se ha vuelto totalmente mainstream, se me hizo aburrido escuchar el mismo kick, snare y hit hat. Quería hacer algo nuevo, ver si era posible hacer un disco solo con tambores e instrumentación tradicional, con flautas".
El virtuoso guitarrita Ernesto ‘’ OcampoTeto, el percusionista Juan Carlos ‘’ Puello,Chongo el cantante Edgardo ‘’ GarcésGuajiro y la mágica voz de Erika ‘ MuñozEka’, hacen el ensamble sonoro de esta obra.
Hay un llamado percusivo desde las raíces africanas, el tambor refleja historias llevadas ejemplarmente por Erika en temas como "La Flor y la voz" que, además en su segunda parte, un Teto con disciplina aumenta la dosis de groove. De hecho gran parte del disco se deja llevar por un apego al blues, al sentimiento de la guitarra con el que se identifican raíces musicales ancestrales.
Supernatural Love no es tan festivo como los primeros trabajos de Sidestepper, de hecho es un regreso sostenido, relajado, en el que asombra y en ocasiones desilusiona. Es la mirada de un inglés muy perspicaz sobre toda la vasta cultura latinoamericana que ha sabido entender desde su arribo a Colombia.
Es el riesgo que asume un personaje como Blair quien más que demostrar algunos dotes, se decantó por su instinto y a través de su gusto musical, fue amenizando un vuelta musical desde su propio ritmo de vida, sin ambición o pretensión, más bien con la tranquilidad que los años de experiencia le han llevado a absorber aquello que le interesa y lo motiva.