El Paradise, un segundo debut con sabor a despedida
Entre los latinoamericanos, hablar de un bar es sinónimo de muchas cosas. Farra, algarabía, amores pero también despecho, se combinan en estos recintos donde reinan el etílico, las curvas femeninas y no pocas historias.
Para la banda venezolana Los Amigos Invisibles su night club particular es de todo menos desamor. Nada de “guayabo”, como popularmente se le dice en su tierra natal a los fracasos sentimentales, aunque vienen de un rompimiento concretado en 2014 con la salida del tecladista Armando Figueredo y el guitarrista José Luis Pardo.
Todo lo contrario, El Paradise de esta agrupación formada en Caracas en 1991 pretende ser un refugio para el disfrute pleno de texturas musicales con la ya conocida fusión de acid jazz, electrónica y ritmos latinos que los ha caracterizado en un cuarto de siglo de carrera.
“A pesar de la salida de Figueredo y Pardo del grupo no hay ‘guayabo’. El despecho no cabe entre nosotros, El Paradise es otra cosa”, afirma el vocalista y líder de “Los Amigos”, Julio Briceño, al referirse al nuevo trabajo sonoro que han editado para este año, el primero sin los referidos desertores.
Briceño explica que esta propuesta, lanzada de forma virtual en febrero pasado, mantiene esa onda retro o “vintage”, que no solo se percibe en lo que se oye, sino también en lo que se ve. El Paradise está identificado con un voluptuoso logo de neón que incluye la imagen de una chica en pose insinuante. Buena forma de viajar a la segunda mitad de la década de los 70 y comienzos de los 80 del siglo XX.
“Eso no es adrede. No es que siempre estemos pensando en crear esa atmósfera de cierta nostalgia, por así decirlo. Yo tengo 46 años, y es obvio que crecí con la influencia del disco music, la salsa de la Fania de aquellos tiempos y otras tendencias. Cuando nos ponemos a trabajar simplemente sale así, y ya”, añade quien también es conocido como "Chulius", y aparte de las cuerdas vocales tiene la responsabilidad de la “percusión menor” de la banda.
Briceño, junto a sus “amigos” Juan Manuel Roura (batería y coros), José Torres (bajo y coros) y Mauricio Arcas (percusión), con la participación de Daniel Saa (guitarras y teclados) y Agustin Espina (teclados y coros) como músicos invitados, ofrecen al público 17 tracks que los envuelve en un verdadero loop, una historia sin fin, en este local nocturno que, para disfrutarlo, “te lo tienes que ‘vacilar’ con un buen trago de ron, con los audífonos bien puestos”, según recomendación de sus creadores.
Destaca además la presencia de la banda mexicana de rock alternativo Kinky, en el tema “Anestesiada”; de Elastic Bond en “Espérame”; Auténticos Decadentes que aporta lo suyo en “Aquí nadie está sano” y el personaje de mayor renombre y trayectoria, Oscar D’ León, en “Sabrina”.
“Lo de Oscar fue una gran experiencia, y un honor, pues habló muy bien de nuestra trayectoria. Mi mamá nos hizo el enlace con su mánager. Luego de escuchar varias maquetas de El Paradise, él decidió que quería cantar ‘Sabrina’, pero eso sí, a su modo. Nada de salsa esta vez, y nos dio esta espectacular bossa nova”, detalla Julio Briceño en torno la participación del llamado “Sonero del Mundo” en esta experiencia musical.
Los Amigos Invisibles se han reencontrado con los estudios de grabación tras una pausa de dos años, luego que en 2015 sacaran al mercado Acústico, la última vez que compartieron con Figueredo y Pardo. De allí que El Paradise tenga esa aura de “segundo debut”, de un nuevo comienzo, de renacer, pero irónicamente además con la sombra de un pronto final, pues ya resienten de la incertidumbre de un oficio muy volátil, junto al peso de dos décadas y media de mucho trajinar.
“No sabemos si habrá algo para el año que viene”, apunta Briceño, que por los momentos afina los detalles junto al resto de la banda para una serie de presentaciones en directo entre julio y agosto que los llevará al Ruido Fest de Chicago (08/07), al Festival Portamerica de Pontevedra (14/07), para pasar luego por la Ifeema Feria de Madrid (15/07) con cierre en Miami (19/08) con un toque en el Flamingo Theater.
Y si 2017 se decreta como el año del “punto y final” para Los Amigos Invisibles ¿qué quedaría pendiente por hacer? A esta inquietud Julio Briceño no responde con algún anhelo artístico o con el sinsabor de haber querido ensayar algún experimento o sincretismo musical que no concretó. Su respuesta sorprende al decir, sin vacilar, “hacer un show en vivo en Japón, pues allá se editaban nuestros CD’s y jamás viajamos a ese país”.
