Lana del Rey parece haber dejado finalmente atrás ese aura de melancolía y pesimismo que con tanto éxito proyectó en temas como "Born to Die" o "Summertime Sadness", ya que ahora quiere presumir de la etapa de plenitud y felicidad que vive a todos los niveles, incluido el discográfico, y que se explica entre otras razones con la buena marcha de la relación sentimental que le une al rapero G-Eazy.
"Todas esas cosas tan duras por las que he pasado, y que solía exhibir en mi trabajo, ya no existen para mí. No todas mis relaciones románticas fueron malas, pero muchas de ellas me desafiaron de una manera en la que no quería ser desafiada, y estoy muy feliz de no tener que volver a pasar por algo así", manifestó en conversación con la edición británica de la revista Elle.
Por el desamor que ha experimentado la artista de 31 años, resulta hasta cierto punto comprensible que la intérprete haya desarrollado ya su propia teoría acerca del tipo de hombre que habría que evitar a toda costa, haciendo uso para ello de una ingeniosa analogía con los papeles que juegan los distintos miembros de una banda de música.
"Para mí, mi sueño es estar un poco al límite, con la sensualidad, el magnetismo, la camaradería, estar en el mismo plano de la vida y todo eso, pero sin el peligro de estar con una persona egoísta que siempre pone sus necesidades por delante, como suele pasar con los líderes de las bandas si estamos hablando de músicos. Algún día escribiré un libro que se titule 'La maldición del cantante y por qué siempre deberías salir con el bajista", comentó.
Aunque la artista neoyorquina no ha seguido su propio consejo -su pareja es productor, rapero, y por tanto, cara visible de sus proyectos- parece que eso no ha impedido a ninguno de los dos apostar con fuerza por su amor, hasta el punto de que Lana se congratula de haberse convertido en la mejor novia que pueda existir.
"Soy la mejor novia porque solo empiezo una relación si estoy realmente interesada en ella", concluyó.