Los Mesoneros encuentra personalidad sonora y se arriesga en Caiga La Noche
Hace ya casi seis años que Los Mesoneros hizo su debut con Indeleble (2011), álbum con el que recibieron cuatro nominaciones al Latin Grammy 2012 en las categorías de Mejor Álbum Rock, Canción Rock, Mejor Artista Nuevo y Mejor Empaque. No hubo hiato pero maduraron como músicos, cambiaron su residencia a la ciudad de México y anunciaron en redes sociales las once canciones que conforman Caiga La Noche (2016), segunda placa musical.
Una búsqueda personal y profesional, donde la banda se internó en el estudio un buen tiempo, luchando contra la presión que supone el éxito que tuvo su debut ,producido por Héctor Castillo. El cambio se sintió, fue el detonante para encontrarse como una banda que supo sortear los miedos e incertidumbres de la época, así como el hecho de tomar el control de la realización de éste álbum. Una progresión natural y necesaria porque dentro de la vorágine de sus inseguridades y pesquisas, hallaron la naturaleza de unos músicos con la gracia de avanzar sobre sus propios retos.
No es casualidad que aquellos adolescentes apegados a la uniformidad de un traje conceptual, aligeraran la imagen, una metáfora del rompimiento del cascaron. Y básicamente de eso trata Caiga La Noche, un saludo a la madurez y toma de decisiones arriesgadas, como las que se toman a esa edad.
Durante los once tracks Luis Jimenez (Voz y guitarra), Juan Ignacio Sucre (Guitarra), Andrés Belloso (Bajo), Andrés Sucre (Batería) y Carlos Sardi (Teclados), cambian la piel, afrontan su propio destino, sortean sus juicios y satisfacen su imberbe avidez.
La clave del disco está en "Riesgo", el tema mejor logrado, el que sugiere esa transición por donde la banda aceptó encaminarse. Ahí se percibe el síntoma de determinación, aunado a la nostalgia, identificarse con la sensibilidad del adiós y la emoción del comienzo. Es el país, las relaciones personales y amorosas, el desprenderse de los apegos por un sueño, una ilusión.
"Caiga la noche", tema que le da nombre al disco, ejemplifica la conmoción de venidera ausencia. Durante la nocturnidad se tienen pensamientos decisivos, como abrazar el cariño a una ciudad de la que al final debes despedirte. Al llegar el amanecer comienza una nueva aventura.
En ese espíritu de tonada que se encuentra con el indie pop de la banda, aparece "Caballo nuevo", una oda a las raíces, además de una reflexión humana, sobretodo en la frase liberadora: "Si das amor se te devuelve".
Los Mesoneros desarrolla arreglos de guitarras sustanciales en temas como "Sr. Prudencia" o "Mientras", le dan un guiño al rock alternativo de finales de los 90s, quizás a Pearl Jam experimental. Sin embargo acentúan su influencia británica, en menor grado, con aire a The Who y en una línea más contemporánea bandas como Editors pero particularmente cercano con A Flock of Seagulls y hasta The Smiths de manera inconsciente.
En poco más de 45 minutos el quinteto demuestra lo sustancial de su evolución, la marca de un Luis Jiménez con un peso compositivo en el punto exacto de su madurez, además de su sobresaliente voz, nuevamente parte fundamental del sonido de la banda.
Así pues Caiga La Noche tiene destellos de rock, aunque la placa, en su contexto, sea una suerte de reconocimiento de una nueva etapa, soportada por un sentimiento amargo de despedida fortuita que se acentúa al final del disco con "Sabana". Aún así hay espacio para la celebración, el raciocinio y la esperanza de quien apela a la seguridad de su subconsciente, alimentado por el instinto.
De esta manera Los Mesoneros se encuentra con su verdadera personalidad sonora, entre la incertidumbre y aferrados a crear su propio camino gracias al riesgo que deciden tomar.
Puedes escuchar todo el disco aquí -- >> Caiga La Noche