El sonido natural del Rock And Roll es protesta, se rebela contra todos esos parámetros que en vez de guiarte en el camino, se atraviesan como piedras que se esconden en el día a día. El Rock con la fuerza de su sonido, el golpe de sus letras y la melodía que se queda grabada en tu memoria, se encarga de acompañarte con un mensaje sencillo "voy contracorriente".
Este sonido siempre va en contra de algo, del día, de la gente, del patrón de lo que debe ser. Si es de día, para el Rock, la noche es el momento de la plenitud, el instante donde te refugias de todo lo que te quiere oprimir, te quiere cambiar o te deja de lado.
Un sonido que recoge el frío de nuestra Capital, de Caracas, un lugar donde la inseguridad y la gente que hace las cosas bien coexisten, están, son reales, y se convierten en una lucha constante por el poder de la mente y el corazón, y otras veces, se mezclan.
Cuando creces, el trabajo se vuelve el día a día, y aunque la noche da miedo, es lo más esperado, refugiarse para luego salir con esperanza y enfrentar la realidad. Otras veces el día se queda corto para hacer lo que se debe hacer, pero cuando el amor está en un lugar solo quieres llegar a abrazarlo.
Es una forma de decirle a la ciudad, al caos que te hace querer huir, que se quede afuera, que los problemas, el qué dirán, lo que esté bien o mal sea un concepto que solo quede dentro de uno mismo, que el miedo y las inseguridades se disuelvan en la noche, fuera de la puerta, y que el amor sea ese refugio para ser por un ratito feliz, y solo esperar a que Caiga La Noche, mientras Los Mesoneros te sirve un buen trago de Rock.