La distopía de Megadeth en la era de la NSA
Hasta ahora los dos videos que ha estrenado Megadeth para promocionar Dystopia tienen una estética común. En la pieza audiovisual para la canción homónima y “The Threat Is Real” los personajes de la banda sobreviven a un mundo post apocalíptico. El sueño de la ciudad armoniosa se viene abajo, la poca humanidad restante en subyugada y perseguida por unos robots policías con esquelético rostro.
Hay cierta estética del movimiento hacker en los videos, que ya se vislumbraba en la portada del disco develada el año pasado. Finalmente en enero se publicó el decimoquinto disco de la agrupación liderada por Dave Mustaine.
El lanzamiento ocurre pocos meses después de que el Centro de Investigaciones Pew publicara en mayo de 2015 una encuesta sobre lo que los estadounidenses piensan de la vigilancia a la ciudadanía por parte de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que indica que aproximadamente 54% de los habitantes de ese país desaprueba que el Gobierno recopile información de Internet y teléfonos particulares como parte de la lucha contra el terrorismo. Mientras, el 42% de los consultados, lo aprueba.
Es la era después de las revelaciones de Edward Snowden, quien dio certeza de lo que muchos sabían o conocían superficialmente. Pero Pew no solo se refiere a la Casa Blanca y secuaces en actividades de fisgoneo, la organización tiene estudios sobre la desconfianza que hay hacia grandes corporaciones y las violaciones que éstas tienen a la privacidad de cada uno.
En ese contexto se publica Dystopia, un disco cargado con letras llenas de angustia, paranoia y desconfianza en un contexto desolador, en el que no hay lugar para esconderse, acompañados por las novedades de esta ocasión: la incorporación a la banda del guitarrista Kiko Loureiro y el baterista Chris Adler.
Ambos se compenetran perfectamente para subrayar ese mensaje de Mustaine, esencialmente en las cinco primeras canciones de la producción: “The Threat Is Real”, “Dystopia”, “Fatal Illusion”, “Death From Within” y “Bullet To the Brain”. En la siguiente hay un bajón. “Post-American World” comienza con lugares comunes sin aliño a los que uno les pierde la pista hasta que comienza el solo de los minutos finales.
El interés vuelve en “Poisonous Shadows”, donde una batería percute a la angustia de quien huye de tenebrosas pesadillas y al temor de pagar todo lo que se ha hecho. Es una de las canciones más introspectivas y a la vez más acusatorias del disco, además de una de las mejores, al igual que la instrumental “Conquer... or Die!”, aunque por algunos segundos recuerde a “The Call of Ktulu”.
En “Lying In State” Mustaine vuelve a la carga de cuestionamientos contra el sistema y lo que considera estrategia de distracción para engañar a la gente. Se apoya principalmente en Chris Adler, buen aliado en un disco que varias veces anima a lanzar al mundo por la ventana, como ocurre con “The Emperor”, una oda metalera al cuento “El traje nuevo del emperador” con los solos consecutivos de Loureiro y Mustaine que no tienen nada de desperdicio.
Dystopia termina con un cover de la banda de Lee Ving: “Foreign Policy”, sencilla y directa contra la política exterior belicista.