Para cada momento tenemos una canción especial. Cuando nos aventuramos en un viaje por carretera, sin darnos cuenta, la música que elegimos refleja el paisaje que nos rodea.
Personalmente, al bajar para La Guaira con mis amigos, los ritmos látinos nos acompañan durante la ruta, al llegar para la playa o de regreso para Caracas, es incríble como el sonido natural se hace sentir.
También sucede lo mismo cuando vas por la vía de los Valles del Tuy hacia Caracas, el sonido es suave y las canciones con guitarra predominan.
¡Qué sabroso! Sobre todo cuando los sonidos creados por computador, que ciertamente facilita el trabajo de un músico, predominan la cultura Pop globalizada, las emisoras deben hacer eco de ellas, y llega un momento que la música con instrumentos en vivo y en directo son necesarias, el cuerpo, la mente, nuestros sentimientos la piden y la buscan.
En el día a día da la impresión que todos los sonidos de la música suenan igual y parecen un soundtrack de nuestra vida cotidiana, de la casa al trabajo del trabajo para la casa, y no sabes cómo pero sacas el tiempo de la nada para tener un momento para compartir con familia y amigos.
Además de hacer un esfuerzo durante los puentes (días feriados en Venezuela que coinciden con los fines de semana) Carnavales, Semana Santa, son anhelados para escapar de la rutina.
Salvo en los Zoológicos venezolanos no tenemos un oso, una par de leopardos, panteras u otros animales -como en el video de Island On The Sun- ni mucho menos sonreímos cuando vemos a estos animales, ni tampoco los abrazamos.
Es poco probable que la mayoría de la población venezolana pueda irse de viaje en un Safari para el África, pero la música nos libera del día a día y nos facilita nuestro viaje, de regreso a casa o camino a la oficina.
Me alegra que los sonidos nos reflejen, nos hagan compañia y aunque sean de un lugar lejano la naturaleza está allí.
Así es la música, nuestra naturaleza, sobre todo nuestra y natural, como viene va, pero no podemos vivir sin ella.