Al rock en Venezuela le falta registro. Si aún hay bastante trabajo por hacer en la reedición de álbumes que se consideran fundamentales en la historia del género en el país, la carencia es mayor cuando se trata de libros y documentales que indaguen en la trayectoria de agrupaciones emblemáticas.
En 2008 Félix Allueva, presidente de la Fundación Nuevas Bandas, publicó Crónicas del rock fabricado acá. 50 años de rock venezolano (Ediciones B), una obra clave para adentrarse en los grupos pioneros, aquellos locales que impulsaron la llamada movida, los experimentos sonoros, las malas copias y demás fusiones que derivaron en el sonido que tenemos actualmente. Gregorio Montiel Cupello hizo lo mismo, de una forma mucho más resumida en el Rock en Venezuela (2004. Fundación Bigott). Recientemente Eugenio Miranda se encargó de Zapato 3 (2012) y Cayayo. Alma perpetua (2014. Equilibrio), enfocados en la agrupación liderada por Fernando Batoni y el cantante Carlos Eduardo Troconis, respectivamente.
La semana pasada William Padrón bautizó A la hora justa (Ediciones B), el libro de entrevistas a Pablo Dagnino, Alberto Cabello, José “Pingüino” Echezuria, Edgar Jiménez, Erwin "Wincho" Schäfer, Héctor Castillo y Sebastián Araujo. Todos hablan de su paso por Sentimiento Muerto, cómo llegaron a la banda, los mejores momentos, los más traumáticos y las razones de su salida.
Han pasado más de 20 años de la separación del grupo. El periodista indaga, hace preguntas que evocan a la nostalgia, momentos de ingenuidad de una época adolescente y de repentino éxito. También incomoda con interrogantes que en algunos de ellos dejan ver algunos rencores, heridas que no han cerrado. Se nota especialmente en la conversación con Jiménez, quien da una versión diferente sobre su salida del conjunto y además culpa a Echezuria de lo ocurrido.
A Cabello, aunque asegura haber querido perdonar, aún se le siente la distancia con personas como Helena Ibarra y Gustavo Atilano, quienes fueran managers de la banda. Son dos figuras a las que, para bien o para mal, se mencionan varias veces durante las entrevistas. Por esa razón, hubiese sido pertinente una excepción y saber qué tienen que decir sobre lo ocurrido durante esos años de vorágine y éxitos.
Uno de los grandes méritos, sin embargo, es haber logrado que todos los ex miembros de Sentimiento Muerto aceptaran ser entrevistados, especialmente Pablo Dagnino. Es un registro que muchos agradecerán cuando quieran saber más de la agrupación iniciada en los ochenta, pues deberá ser tomada incluso hasta como primera fuente dada la falta de información genuina y con credibilidad de la web.
No ficción. Una ausencia similar ocurre con el cine documental. En Youtube se pueden conseguir algunos trabajos con calidad variante sobre Los Mentas, Sentimiento Muerto o Dermis Tatú, pero son muy pocos los que han logrado tener una mayor exposición en cines, proyecciones especiales, festivales o conferencias.
En 2015 Luis Soles finalmente estrenó en la cartelera Vuelo sobre ti, sobre la gira realizada en 2012 por Zapato 3. Si bien hubiese sido un trabajo completo que se adentrara en los intríngulis del tour, como la convivencia de los músicos en distintas ciudades del país, muestra un panorama interesante sobre la fanaticada del grupo, cómo se vive el género más allá de Caracas. Además, se constata cómo la agrupación llegó a ser un fenómeno en diferentes estratos económicos, lo que no ocurre con buena parte de las bandas actuales.
Hace dos años Desorden Público estreno Tour Europeo 2011 en el que muestran los conciertos realizados ese año en países como Francia o España. En 2012 también se pudo ver La casa del ritmo de Juan Miguel Marin, sobre Los Amigos Invisibles.
Esta semana William Padrón proyectó en la Sala Experimental del Centro Cultural Chacao su documental Una fábula muy trillada: La violó, la mató y la picó... 20 años después, sobre las dos décadas que se cumplen del primer disco de Dermis Tatú. En el largometraje, el director debutante utiliza el orden de las canciones del álbum para que Héctor Castillo y Sebastián Araujo, ex integrantes del grupo, hablen sobre cada uno de los temas, el contexto de cada composición y algunas anécdotas. Luego, distintos cantantes o solistas interpretan cada pieza.
En la presentación se advirtió que no es el trabajo definitivo, que faltan algunos detalles. Ahora bien, en esta primera muestra son algunas las costuras que vale la pena mencionar. La primera: los problemas de sonido en algunas entrevistas. A Castillo muy pocas veces se le entiende lo que dice, mientras que la voz de Araujo resalta. Lo mismo pasa con algunas de las versiones. Las grabaciones hechas en estudio destacan mucho más que las hechas en presentaciones en vivo. Las interrupciones de los temas para escuchar los comentarios de los músicos sobre lo que hicieron con cada pieza le restan dinamismo y fuerza a la canción. Los que quieran escucharlas íntegras las pueden encontrar en Youtube.
A pesar de esos detalles, Padrón logra una buena revisión de una obra fundamental en el rock venezolano. No se queda en el testimonio, sino que la manipula con la inclusión de músicos de distintas generaciones para que le den otro matiz a las composiciones de Cayayo Troconis.
Para el próximo año están previstos otros documentales, como el de Desorden Público y otro sobre Tomates Fritos. Parece que el cine y el periodismo musical se ponen al día para dejar registros más extensos de lo que se ha hecho en estos lares. Aún queda mucho por llevar a cabo, especialmente en Internet, donde la información se encuentra desperdigada, incompleta y muchas veces de mala calidad.
