Hubo una época en la que Fito Páez hacía buenos discos. Comenzó exactamente hace 30 años con Giros, el álbum que actualmente el cantautor homenajea con una serie de conciertos en Argentina. La democracia era incipiente y se nota en una grabación hecha por un testigo que no fue indiferente al contexto hostil y sangriento impuesto por generales y cómplices hasta 1983, año de ilusiones entre aquellos desesperados en la dictadura.
Giros sigue una senda recorrida por artistas como Charly García, que dos años antes había publicado Clics modernos, otro registro de una época de exilio y zozobra en el que Páez grabó los teclados.Esta vez el rosarino, a sus 22 años de edad, logra una obra maestra con su segundo álbum en el que musicalmente manifiesta la impronta de los ritmos tradicionales argentinos con el rock, que suena con el tango, la chacarera, y la baguala.
“Se nota cierto enfrentamiento ante la figura de Charly (…) manejo el rock y te toco todo García, pero además pongo mi herencia tanguera y folklórica, y no la voy a dejar. Ahora suena gracioso, pero en ese momento era casi faltarle el respeto a la aristocracia musical porteña”, contó Páez en una entrevista al diario Página 12 en marzo de 2013.
Desde el comienzo se nota. La primera pieza “Giros” es el manifiesto del bandoneón en las generaciones argentinas que sirve para resaltar, como el nombre del tema lo indica, una letra sobre cambios, otras perspectivas colectivas y el pensamiento de un individuo en ese naciente contexto.
“Taquicardia” es una influencia de Charly. El artista lo ha reconocido como “un arrebato eléctrico” derivado del disco Terapia intensiva del responsable de “Los dinosaurios”. Algo similar ocurre con “Alguna vez voy a ser libre” y “Narciso y Quasimodo”, donde se notan la influencia de Luis Alberto Spinetta, hecho confeso por el autor de Giros.
La inocencia de dos niños pobres en Corrientes se escucha en “11 y 6”, espacio para el sentimiento y la entrega en medio de un contexto enrarecido donde los miran de reojo. Sin irse muy lejos, Fito vuelve a hablar de su país, la sangre derramada y esperanza en “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, centenares de veces versionada, una letra escrita desde la impotencia por el pasado atroz y la posibilidad de un mejor devenir.
Tampoco hay que pensar que eran tipos ensimismados en preocupaciones por los cambios de entonces nada más. Fue una también una época de excesos. “Si estás entre volver y no volver/ si ya metiste demasiado en tu nariz/ si estás como cegado de poder/ tírate un cable a tierra”, canta el compositor en la séptima canción del álbum, dirigida a Charly y otros amigos músicos.
“Decisiones apresuradas” presenta a un Fito directo y molesto por la Guerra de las Malvinas, ese desastre bélico con el que los generales de la dictadura manipularon a un país y una generación que murió en el frente por el delirio de pocos.
Giros termina con el deseo de una locura colectiva libre de imposiciones en “D.L.G”. La calle como lugar de resurrección ante la pesadumbre y el miedo con sonidos del folclore argentino, como una vuelta al comienzo con mejores perspectivas.
Por Humberto Sánchez Amaya @HumbertoSanchez