La mayoría de los espectadores del llamado "primer mundo" no darían crédito a la cantidad de bandas de rock que han transitado los espacios de nuestra pintoresca ciudad capital.
Pero la verdad, nuestro país latinoamericano goza de muchos privilegios que por prejuicios y otras presuposiciones no se creen posibles. Los venezolanos, y en concreto, los caraqueños, hemos disfrutado de muchos conciertos de las bandas más grandes de rock de todos los tiempos.
En mi propio caso pude presenciar la majestuosa presentación de mi banda favorita Pink Floyd. Claro, como este evento ocurrió en marzo de 2002 ya la banda estaba separada, y en consecuencia, los que asistimos al concierto, vimos sólo a Roger Water con todo un repertorio pinkfloyesco, además de unas cuentas piezas de su producción en solitario.
La experiencia fue totalmente alucinante, por supuesto, que a todos, el resto de los integrantes de la banda original nos hizo mucha falta, pero Roger Waters logró, en la mayor parte del espectáculo, que nos olvidáramos de que ellos no estaban presentes.
En primer lugar, la presentación audiovisual, la interpretación de los instrumentos, los coros y las voces en las canciones, hacían sentir, plenamente, que estabas ante un concierto de Pink Floyd, con toda la magia de sus integrantes.
¿Cómo hizo el genio creador de Pink Floyd para sustituir a Gilmour?
Bueno, la verdad no fue nada fácil. Waters buscó a los dos mejores guitarristas que podrían hacernos creer que, el propio Gilmour, se había transmutado ante nuestros ojos, ellos fueron nada más y nada menos que Snowy White y Chester Kamen y Harry Waters (hijo de Waters) hizo lo propio con los teclados y los sintetizadores de Wright.
También la producción de Waters había planeado, en el maravilloso Valle del Pop (Donde se presentó todo el Pop Festival de ese año) una sorpresa en medio de la noche. Con un sonido cuadrafónico, que emulaba perfectamente una audición realista, sonaron los famosos helicópteros de The Wall.
Cuando todos atribuían, lo tan real que se escuchaban estos, a lo cuadrafónico del audio, se elevaron, por encima de nuestras cabezas, sendos helicópteros que sobrevolaron por encima de todos, despeinándonos con el aire de sus hélices, para desaparecer detrás del escenario, donde, Waters y su banda, interpretaban la famosa pieza del disco The Wall, The Happiest Days of Our Lives preludio de Another Brick in the Wall.
Esta experiencia alucinante fue vivida aquí en Venezuela en el Valle del Pop (En la gran Caracas) en el año 2002. En los siguientes artículos seguiremos contando experiencias de conciertos vividos en la maravillosa ciudad de Caracas.
