“La Guzmán” vs “La Reina del rock”
Escribir sobre Alejandra Guzmán puede resultar algo así como llover sobre mojado, diva imprescindible de la musicalidad contemporánea mexicana, treinta años de presencia mediática, persistentemente encabezando las publicaciones rosas y/o amarillistas, muchos discos de oro y platino, un sin número de premiaciones pero la llamada “Reina del rock” lleva consigo una condena, las biblias del rock no la toman en cuenta.
Por qué Ed Morales la nombra una sola vez en su análisis de la nueva música de Latinoamérica (Ritmo Latino) y solo llega a decir “AG siguió los pasos de Trevi, y evocó una criatura de cantina libidinosamente sin control, que refleja la lujuria de los machos empapados de tequila…”. La Guzmán no se asoma en el diccionario del rock latino, ninguno de sus álbumes, y son muchos, entran en el top 100 de los mejores discos del rock azteca, los historiadores del rock la evaden. Pareciera ser que destaca más la personalidad que la música, sucede que ella en sí misma es un tratado de psicología.
La electra mexicana
Aunque no musicólogos, Sigmund Freud y Carl Jung nos ayudan a crear “el mapa” de La Guzmán. Su vida en el vientre materno se ve afectado por la controversia en los medios de comunicación por la diferencia de edad de sus padres, a diferencia de lo usual, Silvia mayor que Enrique. Luego vendrá la menguada atención de sus padres en la infancia debido a los continuos compromisos laborales, finalizando con la acostumbrada secuela de un temprano y conflictivo divorcio
Sus primeros trabajos discográficos reflejan, de manera directa o indirecta, esas vivencias que algunos llaman complejos. Quejas hacia la madre, preferencia hacia el padre. Abrazar temas emblemáticos de la carrera musical de Enrique Guzmán, apostar por el rock, cuestionar el roll materno, optar por la “contracultura” y postura desafiante. Musicalmente es flirteo con cierto rock and roll primitivo, versiones y revisiones de canciones emblemas. Por lo menos, sus seis primeros discos se anclan en un sonido a lo Miguel Ríos de principios de los 80, no hay evolución, poca creatividad, una especie de popera con ínfulas de rock, con un par de temas que enganchan y se convierten en hitos de popularidad y venta.
Bipolaridad musical
A mediados de los 90 comienza otra manera de abordar el rock de parte de Alejandra, su disco Cambio de piel, fue efectivamente eso. De un muy simple pop rock se atreve acercarse al funk, de la balada comercial intenta profundizar en un hard rock blues ("Como las nueces", de sus mejores temas). El papel del productor asignado, Carlos Narea, fue vital. Si bien sigue siendo un trabajo pop rock, que no rock, hay cambios significativos; el más importante, se pone al día con el sonido internacional.
Siempre entre dos corrientes, como sucedió con su crisis adolescente cuando trataba de compatibilizar la formación académica impuesta por los padres, con su interés artístico que era obvio e intenso. Situación que se reprodujo más adelante bajo la influencia del nuevo rock mexicano (Kenny y Los Eléctrico) sin poder zafarse del rock and roll primigenio de su padre. Ser chica fatal pero al mismo tiempo frágil.
Es de destacar el compartir tarima con vitales del rock como los Rolling Stones o el Padrino del funk James Brown, pero indudablemente siempre más atraída por colaborar con la banda Moderatto, excelentes músicos que juegan a parodiar, un modelo que se acerca al estilo farandulero y de “préstame atención”. Coronando este dilema está su más reciente gira con Gloria Trevi.
Ese movimiento pendular, lo volvemos a encontrar con su voz. Alejandra Guzman tiene una voz privilegiada para el género rock pero finalmente forma filas con el pop y la balada. Hay muchas más metáforas sobre la psicosis maniaco depresiva pero cerramos destacando la vital actitud punk en contraposición a una cadena de esposos y amores de corte empresarial.
Peter Pan, siempre Peter Pan
Del iniciático rock, al pop, luego vendrán momentos más lúdicos con el coqueteo a ritmos latinos como el álbum Algo natural. Continuará con su línea pop y tradicional manera y actitud. Será un ir y venir de un modelo ya exitosamente probado de baladas pop con fuertes guitarras rock.
Cual síndrome Peter Pan, La Guzmán se siente cómoda en su comportamiento infantil, inmediatista, autocomplaciente, disfrutar el aquí y el ahora. Mantiene su rechazo a responsabilidades profundas, oposición a la autoridad, vaivenes emocionales (matrimonio si, matrimonio no), llamar la atención es el lema. Este querer ser infinitamente adolescente se repite en su producción artística, parece que nunca llega el momento de dar el salto final al rock, a una realización ansiada pero postergada.
Personalidad obsesiva compulsiva
Alejandra Guzmán ha sido y sigue siendo una luchadora. Es posible que su brújula zigzaguee, pero su constancia es innegable, además, nadie le puede quitar lo rockeado. Sus veintena de producciones discográfica, decenas de giras y colaboraciones o vencer el cáncer, son pruebas de su determinación que raya en la testarudez para alcanzar sus metas.Se reconcilio con sus padres, ni hablar de los éxitos millonarios en ventas y uno que otro Grammy.
Definitivamente La Guzmán no es la reina del rock mexicano, sigue siendo una princesa en el pop de su país con una corte de conflictos que seguramente, con su entrada a la edad adulta avanzada, logrará domar.