Soda Stereo
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Soda Stereo en un sofá sobre las nubes  

Reseña del artista hecha por:
SongBlog

 

Por Gerardo Guarache Ocque //@gagueando

Lo que sonaba no parecía una guitarra. Era como el aullido de un ave primitiva. Gustavo Cerati usaba su pedalera como pintor expresionista. Hacía el amor a su Paul Reed Smith negra y brillante mientras narraba una historia ambientada en un Buenos Aires oscuro. Y no se trataba sólo de la furia entendida como un estado de ira demencial. La vieja canción —añejada en barricas durante 8 años— invitaba a los 90 a las deidades justicieras de la mitología griega. Así, comenzaba un viaje llamado Comfort y música para volar.

Lucía como Jeff Lyne (Electric Light Orquestra). Grandes lentes oscuros, abundante cabello crespo, suéter azul cielo. Relajado y abstraído, conectado con una fuerza sideral. Parecía en otro lugar, como si estuviera inconsciente de que se encontraba frente a un público cautivo en los estudios de MTV en 420 Lincoln Road de Miami, Florida.

Antes de convencerlos de hacer un especial desconectado, la cadena televisiva, principal vitrina latinoamericana de aquella época, había tocado las puertas infructuosamente varias veces. Les hubiese encantado que el trío argentino fuera lo primero en una lista en la que ya estaban Los Fabulosos Cadillacs, Caifanes, Charly García, El Tri, Los Tres y Café Tacvba. A Cerati no le gustaba la simple idea de “meter la canción eléctrica adentro de una caja acústica”.

Soda ya era gigante, todo lo gigantesco que puede ser una banda de rock en castellano. Había editado  Sueño Stereo(1995) y estaba de gira por Centroamérica y Estados Unidos cuando MTV los dejó hacer sencillamente lo que les viniera en gana. Ya se sentía la distancia entre Cerati, Bosio y Alberti, así se despidieron al año siguiente. Una suerte de telepatía, desarrollada a través de muchísimos ensayos y grandes presentaciones, generaba un ensamble compacto y distendido.

Soda Stereo le cedió el coro de “En la ciudad de la furia” (El video no está disponible) en su versión lenta y embriagante a Andrea Echeverri (Aterciopelados), con quien compartían el tour. Una decisión acertada, claro que sí. Un dueto que rozó la perfección. La colombiana sumergida en la letra; el líder, inspirado, abrazado a su guitarra intoxicada de efectos, mirando las furias volar sobre él.

En la ciudad de la furia (Comfort y música para volar, Soda Stereo, 1996)

Apoyados en los hermanos Fainguersch (chelo, fagot y viola) y en el productor Tweety González (teclados y samplers), rescataron “Un misil en mi placard”. El ska, engavetado en su disco debut homónimo de 1984, fue barnizado con los acordes de “Chrome Waves” (El video no está disponible) de la banda británica Ride y convertido en otra canción.

“Té para tres” fue electrificada y coronada con el riff de “Cementerio Club“, original de Luis Alberto Spinetta en Pescados Rabiosos. Al igual que “Pasos”, gozó de un terapéutico arreglo de cuerdas. Y cómo olvidar la salvajemente sexy “Entre caníbales”, que superó a su versión original. Impecable de arriba abajo.

Te para tres (Comfort y música para volar, Soda Stereo, 1996)

La edición de Comfort y música para volar que ya superó los 20 años de su lanzamiento incluyó dos números del tramo que el trío interpretó de pie con bastante distorsión, tachándole el un al unplugged. Ambas canciones estaban todavía frescas en ese momento. “Ángel eléctrico” y “Ella usó mi cabeza como un revólver” pasaron por un filtro distinto, que señalaba la dirección opuesta: más alteración, más efectos, menos sutileza.

Ella usó mi cabeza como un revólver (Comfort y música para volar, Soda Stereo, 1996)

Por trabas de derecho discográfico, el compacto sólo incluyó siete de las trece canciones que tocaron aquella noche. Resolvieron alterar el orden para el álbum y completar con pistas que habían quedado fuera de Sueño Stereo. Primero “Sonoman“, una suerte de “Tomorrow Never Knows” instrumental del futuro que al terminar dice: “Ya se los advertí, aquí tienen música para volar”. Luego “Planeador”, “Coral” y “Superstar”, puros lados B de Soda que serían joyas ansiadas por cualquier otra banda.

Coral (Comfort y música para volar, Soda Stereo, 1996)

El CD de 1996 permitía una navegación multimedia. En su PC, el público podía pasear por el living de la carátula y, al darle click a cualquier elemento, ingresar a una habitación distinta. Al pulsar el televisor, por ejemplo, se veía un fragmento del cóver de “Génesis”, canción de la banda argentina Vox Dei incluida en su disco La biblia (1971). Al husmear en otra área, se podían jugar al técnico de grabación y separar las pistas de “Coral”: oír sólo las voces o la guitarra, las maracas, la batería, el bajo.

En 2007, una vez que se desataron los nudos contractuales que impedían echar mano de cualquiera de las 13 canciones grabadas, salió al mercado una nueva edición con el orden original del show y todo su contenido, sin los bonus tracks registrados en estudio. Se agregaron temas como “Terapia de amor intensiva”, “Zoom” pegada a “Cuando pase el temblor”, “Paseando por Roma”, “Disco eterno” y la mencionada “Génesis”, tal como aparecen en el DVD.

A pesar de los roces entre sus integrantes, que ya se ventilaban, la cita del 12 de marzo de 1996 en los estudios MTV dejó un registro de Soda Stereo en su punto más alto de creatividad, pulcritud conceptual y calidad en sus performances. Cerati tocaba y cantaba de un modo inmejorable. Era una banda muy segura de sí misma dictándole cátedra a sus contemporáneos: cómo administrar los artificios para emocionar, cómo poner cada ingrediente en su medida justa, cómo hacer curaduría de la obra propia. A  Comfort y música para volarle ocurre lo mismo que a los grandes álbumes: con el paso del tiempo, pareciera sonar cada vez mejor.

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