Una de las más bellas formas musicales es la misa de réquiem, misa de difuntos o “Missa pro defunctis” o “Missa defunctorum”.
Se trata de una obra generalmente cantada, que comienza con la célebre oración “Dale, Señor el descanso eterno y brille para él (o ella) la luz perpetua”. Con mucha devoción, el compositor hilvana texto y música, logrando proyectar hacia la Divinidad el dolor, el sentimiento, por la ausencia del fallecido. Lo cierto es que este servicio funeral es usado en la iglesia católica, la anglicana, la ortodoxa y la protestante.
Cuando comenzaron ha hacerse estas composiciones, se utilizó el modo gregoriano, hasta que Johannes Ockeghem realizó la primera versión polifónica en 1460. A partir de allí, muchos compositores dedicaron su esfuerzo y talento en componer sus respectivos requiems, como Orlando di Lasso, Giovanni Pierluigi da Palestrina, Tomás Luis de Victoria, Andrea Luchesi, Wolfgang Amadeus Mozart, Antonio Salieri, Luigi Cherubini, Hector Berlioz, Anton Bruckner, Robert Schumann, Franz Liszt, Johannes Brahms, Giuseppe Verdi, Gabriel Fauré, Charles Gounod, Antonin Dvorak, Benjamin Britten, Gyorgy Ligeti, Andrew Lloyd Webber, Vicente Emilio Sojo y otros más.
Lo cierto es que hay mucha devoción, mucho compromiso de por medio, mucha fe y mucho sentido religioso, cristiano para ser honrado con una bella misa de difuntos.