Al crecer, buscamos aquello que en la infancia nos gustó, ya sea porque nos recuerda algo bueno o porque llegó a nosotros, y queremos seguir buscando recuerdos agradables, recuerdos que nos trae la música, por ejemplo, a través del oído.
De las bandas sonoras hechas por venezolanos recuerdo la música de Franco de Vita, a mi papá y a mi mamá le gustaban, y gracias a ellos, a mí, todavía me gusta esa música que escuché en mi niñez.
Cuando escuchas canciones después de varios años, van tomando un grado de importancia más personal, no es una canción cualquiera, es un sonido que hace parte de la banda sonora de mi vida, tiene importancia porque aún la recuerdo y me gusta.
Además de esa característica tan propia del arte, en la naturaleza del ser humano está inherente la cualidad de crearnos nuestra propia historia, la música, los sonidos que nos atraen, la volvemos parte de nosotros y le vamos dando sentido de acuerdo a lo que sentimos y pensamos.
Es interesante darse cuanta de cómo y cuánto hemos cambiado desde la última vez que escuchamos esa canción, no solamente como persona, sino como humanidad. Desde la forma de escritura, videos, y darse a conocer.
La música nos muestra una historia, se funde con nuestra vida, permite darle sonido/sentido, ayuda a entendernos como humanidad, nos da la sensación de libertad aún cuando estamos atados.
