Perspectiva de DyeVerse sobre "Mi próximo paso"
Muchas de mis canciones nacen de momentos de mi vida en los que todo parecía estar en mi contra. Uno que destaca es cuando me estaba reconstruyendo tras salir de la cárcel e intentaba empezar de cero. Ese periodo de aislamiento, dolor y crecimiento inspiró canciones como "Thugs Got Tears Too" y "My Next Move". Esas canciones nacieron de noches reales en las que luchaba por mantenerme concentrado, intentando sanar y aprendiendo a transformar toda la presión en propósito. Hago música para mostrarle a la gente que, incluso cuando te sientes solo o ignorado, puedes levantarte y reescribir el rumbo de tu vida. Cada verso que escribo proviene de algo que tuve que vivir en carne propia.
Ahora mismo, TikTok es la plataforma que más me ayuda a llegar a nuevos oyentes. Aún estoy empezando y publico con regularidad, pero incluso con tan solo unos pocos vídeos, es evidente que TikTok tiene el mayor potencial de descubrimiento para artistas independientes. La gente no necesita conocerme previamente; el algoritmo muestra mi contenido a los oyentes y conectan con la vibra al instante. Mi objetivo a partir de ahora es publicar más momentos detrás de escena, emociones genuinas y mensajes personales sobre mi música, porque ese es el tipo de contenido que más conecta con la gente cuando me descubren.
Ahora mismo, TikTok es la plataforma que más me ayuda a llegar a nuevos oyentes. Aún estoy empezando y publico con regularidad, pero incluso con tan solo unos pocos vídeos, es evidente que TikTok tiene el mayor potencial de descubrimiento para artistas independientes. La gente no necesita conocerme previamente; el algoritmo muestra mi contenido a los oyentes y conectan con la vibra al instante. Mi objetivo a partir de ahora es publicar más momentos detrás de escena, emociones genuinas y mensajes personales sobre mi música, porque ese es el tipo de contenido que más conecta con la gente cuando me descubren.
Sí, sí, mi proceso es totalmente único. No me siento a planificar las canciones como si fuera una lista de verificación. Primero creo mis sensaciones, mi instinto y mi emoción. Capto una melodía o una textura que me impacta, y luego construyo todo el universo de la canción a partir de ese momento. A veces empiezo con la batería, otras con un fragmento vocal, y otras con un sonido aleatorio que no debería importar, pero que despierta algo. Voy añadiendo capas a oído, pieza por pieza, hasta que la emoción del ritmo coincide con la emoción que siento en el pecho. La letra viene al final, y entonces dejo que el ritmo me guíe. Nada es forzado, nada está sobrepensado; todo es instinto, todo fluye, todo nace del corazón. Por eso mis canciones se sienten vivas, porque se construyen a partir de la reacción, no de una fórmula.
En los últimos tres años, mi sonido evolucionó al igual que mi vida, a través de la sanación de la presión y mucha honestidad. Antes hacía música para sobrevivir a mis propios pensamientos; ahora la hago para agudizarlos. Mi interpretación se volvió más precisa, mi producción más nítida y mi escritura más profunda porque finalmente dejé de huir de todo lo que cargaba. Aprendí a traducir el dolor sin ahogarme en él, a crear espacios en lugar de llenar cada segundo y a componer canciones que se sientan como experiencias vividas, no solo estrofas y estribillos. Mi próximo paso es parte de ese cambio: avanzar con claridad de propósito y un sonido que finalmente refleja en quién me he convertido.