La perspectiva de David Browning sobre "Arcilla en tus manos"

¡Es casi imposible reducir la lista! Pero si me presionan, diría Tori Amos, Garbage y Madonna, aunque Alanis y Radiohead también tendrían que colarse. La música de Tori me enseñó que las letras pueden ser poesía, cargadas de misterio y vulnerabilidad. Garbage me mostró cómo la garra y la atmósfera pueden vivir en el pop. La constante reinvención de Madonna es infinitamente inspiradora; me hizo darme cuenta de que un artista puede seguir evolucionando sin perder su esencia. Alanis fue la honestidad pura que lo abrió todo para mí, y Radiohead me enseñó sobre estados de ánimo, espacio y experimentación. Juntos, moldearon no solo mi gusto, sino también mi creencia en cómo la música puede conmover a la gente de maneras completamente diferentes.

En el corazón de mi música, me atraen los espacios entre el anhelo y el amor, la tristeza y la euforia. Muchas de mis canciones exploran el dolor de alcanzar algo inalcanzable, a la vez que encuentran belleza en la claridad y los momentos de quietud. Me gusta escribir sobre transiciones: las fronteras difusas entre el pasado y el presente, el desamor y la sanación, la soledad y la conexión. Incluso cuando toco el tema de la tristeza, suele haber un hilo de esperanza o catarsis, porque para mí la música se trata de transformación: tomar emociones intensas y transformarlas en algo luminoso. Es ese equilibrio —melancolía y alegría— lo que siempre busco en mi sonido.

Mi objetivo principal como artista es simple pero contundente: quiero que mi música conecte con la gente y les haga sentir algo real, quizás algo que antes no se habían permitido sentir. Ya sea alegría, nostalgia, desamor o esperanza, quiero que los oyentes se vean reflejados en las canciones. Además, me importa mucho la colaboración y el apoyo a otros músicos. La música siempre ha sido una comunidad para mí, y quiero contribuir a impulsar a otros artistas y crear espacios donde las voces auténticas puedan prosperar.

Sigo haciendo música porque es inseparable de mi ser. Para mí, componer canciones no es solo un arte; es mi forma de procesar la vida, procesar mis emociones y comprender el mundo. Es tan natural como respirar, y no creo que pudiera parar ni aunque lo intentara.

Si pudiera compararme con alguien, elegiría a Billy Joel, Freddie Mercury y Elton John. Billy Joel por su narrativa; tiene esa forma de hacer que la vida cotidiana sea cinematográfica a través de sus canciones. Freddie Mercury por su poder y presencia; demostró que la vulnerabilidad y la extravagancia pueden coexistir. Y Elton John porque es atemporal: sus melodías son inolvidables, y su colaboración con Bernie Taupin demuestra lo profunda que puede ser la colaboración. Juntos, encarnan el tipo de arte al que aspiro: honesto, audaz e inolvidable.

Sinceramente, no recuerdo un momento en el que no estuviera actuando. A mi familia le encanta recordarme el momento en que todo empezó: cuando tenía cinco años, en un crucero, me perdieron de vista, solo para encontrarme de pie en la barra, actuando para un público estridente. Desde entonces, quedó bastante claro que esto era lo que yo estaba destinado a ser.

Me iría de gira con Taylor Swift, es una leyenda, y apuesto a que compartiría conmigo "el rosado barato de su compañera de cuarto" después del espectáculo.

"Clay in Your Hands" se adentra en el pop retro de los 80, con brillantes influencias del synth-pop. Es nostálgico, pero no anclado en el pasado: la producción evoca la era del neón y los estribillos potentes, sin perder frescura y modernidad. Si te gusta el pop emotivo con texturas de sintetizador ochenteras, este tema te resultará perfecto.